No queremos entrar en el debate de cual es el mejor videojuego de BioWare. A lo largo de su historia, el estudio ha lanzado muchos juegos de rol, muchos de los cuales han adquirido un estatus de videojuegos de culto. En cualquier caso hablamos de una saga que ha marca a muchos aficionados a los videojuegos de rol, aficionados entre los que me incluyo. ¿Por qué le gustaba tanto a la gente?
La primera parte del videojuego Baldur’s Gate apareció en las tiendas en el año 1998. Aunque era aficionado a los videojuegos de rol, no conocía todo lo que podía llegar a ofrecer este videojuego. En una época en la que internet era muy diferente a lo que conocemos hoy en día, únicamente revistas como Micromanía y otras podían llegar a adelantarnos lo que podíamos encontrar en videojuegos como el que nos ocupa. Por suerte para mi pude hacerme con una copia de este juego y disfrutar durante mucho tiempo.
Muchos jugadores en la misma situación en la que yo lloraron de alegría por la posibilidad de explorar la Costa de la Espada durante días y días. Junto al protagonista y su equipo, luchan contra un hermano malvado, que decidió convertirse en el nuevo dios de la muerte, Baal.
Dos años antes, en 1996, BioWare había lanzado Shattered Steel un juego de simulación mecánica para MS-DOS, y que luego sería trasladado a Mac OS. Un videojuego que destacó por los efectos deformables del terreno. El estudio debía demostrar a los escépticos que el éxito no había sido algo accidental. Había mucho en juego y ya trabajaban en una secuela del mismo, por lo que cualquier tropiezo podía suponer la caída del estudio.
En el proceso de creación de Baldur’s Gate II, los desarrolladores tuvieron que enfrentarse además a un nuevo problema: en aquella época se lanzó la tercera edición de las reglas de Dungeon & Dragons. Por lo que era lógico utilizarlas en un nuevo proyecto, pero esto requeriría una revisión de toda la mecánica del juego, algo que ya estaba bien afinada.
Después de pensarlo un poco, los desarrolladores decidieron usar una opción intermedia. Se tomó como base la segunda edición de las reglas de D&D que ya habían adaptado, pero añadieron nuevas clases que aparecían en la tercera y subclases de la segunda. El nivel máximo ahora era el vigésimo primero, lo que, según los estándares de Dungeon & Dragons, nos permitía llegar a enfrentarnos a dragones. Un enfrentamiento que no era para nada sencillo. Dada la cantidad de experiencia necesaria para alcanzar este nivel, necesitábamos todos los ansiados puntos de experiencia que nos daban acciones como leer pergaminos, libros en un estante, abrir cerraduras, desarmar trampas, todo esto lograba que poco a poco nos introdujéramos más y más en la historia.
En la segunda parte del juego, los desarrolladores no hicieron muchas revoluciones. Utilizaron el trabajo realizado en la primera parte y perfeccionaron las mecánicas existentes. La segunda parte de Baldur’s Gate es, una evolución en calidad de todo lo que ya vimos en Baldu Gate. La culminación de los juegos de rol en 2D basados en grupos con una enorme atención al detalle, que nos mostraban un mundo abierto lleno de misiones y actividades secundarias.
Una tarea que podía ser en principio tan simple como la de limpiar las alcantarillas de ratas podría acabar en la destrucción del Culto Siniestro y una pelea con un Demilich.
En esta segunda parte los gráficos eran aún más hermosos que los que ya habíamos visto en la primera versión del juego. Los artistas implicados en el desarrollo supieron sacarle todo el jugo al motor Infinite Engine, al mismo tiempo que aumentaban la resolución de las imágenes a unos fantásticos 800×600. Lo que nos permitía admirar las calles de Amn, los densos bosques y las cuevas sombrías que inundaban los rincones de la costa de la espada durante horas.
En la segunda parte del juego, como ya hemos mencionado antes, los desarrolladores continuaron desarrollando mecánicas existentes e introduciendo nuevas. Incluso podíamos hacernos con nuestro propio hogar. Si se cumplían ciertas condiciones, era posible adquirir nuestro propio inmueble. Un guerrero, por ejemplo, podía ser el dueño de un poderoso castillo, un bardo de un teatro, y un druida una arboleda.
La introducción de estos bienes raíces añadieron transfondo a nuestras aventuras ya que en ocasiones debíamos realizar misiones que a veces estaban severamente limitadas en el tiempo.
Los compañeros del héroe también recibieron su dosis de mejora. Si en la primera parte eran tipos interesantes que tenían su propia opinión sobre numerosos temas, ahora sus personalidades se han vuelto aún más elaboradas y estos compañeros no pararon de hablar ni un minuto. Podíamos ofenderlos e incluso llegar a construir una relación. Aunque lograr esto último no era una tarea sencilla.
Las relaciones en Baldur’s Gate 2 eran algo serio y a lo que debíamos dedicarle tiempo. Cualquier cosita podría arruinarlo. Las relaciones podían enfriarse y nuestro objeto de deseo podía incluso llegar a abandonar nuestro grupo, o incluso clavarnos un cuchillo en las costillas. Solo los jugadores más persistentes lograban encontrar el amor en los Reinos Olvidados, pero valía la pena. Los diálogos estaban bien escritos y los actores de doblaje hicieron un trabajo bastante bueno. El resto lo hizo la fantasía.
El juego sorprende con la abundancia de posibilidades, misiones secundarias, lugares interesantes y hallazgos. Se podía decir que nadábamos en un mar de contenido. Muchas veces olvidábamos por completo cual era nuestra misión principal a causa de todas misiones secundarias que se nos presentaban. Este segundo acto nos ofrecía tantas horas de disfrute que solo videojuegos como The Elder Scrolls pudieron acercarse a este récord, pero no contaban con una trama tan elaborada.
Después de este BioWare lanzaría muchos juegos de rol bastante decentes, pero en menor escala a lo que lograron con Baldur’s Gate II: Shadows of Amn. Los proyectos que siguieron a este Shadows of Amn aunque buenos no lograron a alcanzar el nivel que lograron con este. Se puede decir que este videojuego se lanzó en el momento y en el lugar correcto, es único en su tipo y un clásico en lo que se refiere a los juegos de rol.
Mas tarde veríamos el lanzamiento de la extensión «Throne of Baal» que nos permitía que el nivel de nuestros héroes aumentara hasta 40, en el que nos convertíamos casi en un semidiós. Pocas criaturas nos podían hacer frente, ni vampiros ni dracoliches. Aunque para conseguirlo debíamos llegar a acumular unos 8.000.000 de puntos de experiencia, lo que nos obligaba a realizar todas las tareas, pero era algo que valía la pena.
Esta expansión agregó una nueva clase, muchas armas y armaduras nuevas. Esta extensión, improvisada durante un año, carecía de la calidad del juego original y era más un módulo de combate, pero puso fin a la historia de los hijos de Baal, y en el camino se nos presentaba nuevos y divertidos personajes.
Años más tarde pudimos quitarnos la espina de volvernos a adentrarnos en la Costa de la Espada con el lanzamiento de Neverwinter Nights. Aunque el siguiente capitulo en la historia de esta saga aún no ha llegado oficialmente.
La tercera parte de Baldur’s Gate está siendo desarrollada por el estudio Larian. Autores de Divinity Original Sin que han demostrado de sobra tener el talento necesario para lograr acercarse al nivel de Baldur’s Gate II: Shadows of Amn, pero su tarea no es fácil.
Si os gustó este videojuego os recomendamos sin duda Baldur’s Gate 3 (aunque aún se encuentre en versión de desarrollo su Early Access ofrece bastantes cosas buenas). O si lo preferimos podemos volver a jugar a Baldur’s Gate 2 y disfrutar de un clásico que cuenta con 20 años en sus espaldas.
Saludos desde lo más profundo de los bytes.