Rockstar Games es, sin duda, uno de los nombres más potentes de la industria. La compañía responsable de éxitos colosales como Red Dead Redemption 2 o GTA V —dos títulos que figuran entre los más vendidos de la historia— vive ahora uno de los momentos más convulsos de su trayectoria. Mientras el desarrollo de GTA VI avanza entre incertidumbres, la tensión laboral en el estudio ha estallado con una fuerza inédita: más de 200 empleados han firmado una carta pública acusando a Rockstar de practicar maniobras antisindicales “desesperadas”.
La situación llega semanas después de un episodio que ya había levantado sospechas. El retraso de GTA VI, inicialmente previsto para marzo y pospuesto a noviembre, coincidió con el despido de 40 empleados implicados en la creación de un sindicato. La justificación oficial fue una supuesta filtración de contenido en un servidor público, pero desde dentro del propio estudio se señala otra realidad mucho más incómoda: la compañía habría aprovechado el incidente para desarticular la organización laboral.
El contexto no ayuda. El desarrollo de videojuegos AAA ha alcanzado costes desorbitados que superan, en muchos casos, los de la propia industria del cine. GTA V ya superó los 250 millones de dólares, pero GTA VI apunta a cifras nunca vistas: cerca de 2.000 millones de dólares. A medida que estos proyectos crecen en ambición y complejidad, también lo hacen la presión, las jornadas interminables y los casos de crunch y burnout entre los trabajadores. Y Rockstar es uno de los estudios donde más se ha señalado esta problemática.
En esta ocasión, la situación ha escalado hasta niveles insólitos. Los más de 200 empleados que han firmado la carta denuncian que la empresa está aplicando tácticas “despiadadas” para frenar el movimiento sindical. Acusan a Rockstar de ignorar deliberadamente a los representantes laborales, y de priorizar la disolución del sindicato por encima del propio desarrollo de GTA VI, que ya ha sufrido un retraso significativo.
El sindicato afectado, el IWGB, asegura que los despidos no fueron más que una excusa. Tras la negativa de Rockstar a reunirse con ellos, han presentado una demanda judicial, abriendo un conflicto legal que afectará inevitablemente al estudio en un momento crítico. Con cientos de empleados movilizados, y con GTA VI todavía lejos de su finalización, Rockstar se ve obligada a desviar recursos internos a la gestión de esta crisis laboral.
El impacto en el desarrollo será evidente. Lo que antes era un proyecto ambicioso ahora es un proyecto presionado por escándalos, tensiones internas y una plantilla que exige condiciones justas. La situación pone en entredicho no solo el calendario de GTA VI, sino también la cultura de trabajo de uno de los estudios más influyentes de la industria.
Rockstar, una compañía acostumbrada a estar en el centro de los focos por sus éxitos, se encuentra ahora bajo la mirada pública por un motivo muy distinto. Y la pregunta que empieza a resonar es inevitable:
¿Puede un gigante tan grande seguir creciendo si su propia base empieza a resquebrajarse?













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