La Comisión Europea ha lanzado un aviso contundente a las grandes plataformas digitales: la verificación no puede ser un producto de pago si, al mismo tiempo, genera confusión o riesgos para los usuarios. Esta vez, la señalada es X (antes Twitter), que se enfrenta a una multa de 120 millones de euros por permitir que cualquier usuario comprara la verificación azul sin un proceso fiable de autenticación.
El origen del conflicto está en la Ley de Servicios Digitales (DSA), la normativa europea que regula cómo deben operar las plataformas online para garantizar seguridad, transparencia y evitar diseños engañosos. Junto a ella, la Ley de Mercados Digitales (DMA) establece obligaciones específicas para los gigantes tecnológicos considerados “guardianes” de acceso al mercado.
Europa considera que X violó la DSA al vender su verificación sin contrastar la identidad del comprador. Según la Comisión, este simple gesto convierte un icono visual —que históricamente implicaba relevancia o autenticidad— en una herramienta capaz de inducir a error, facilitar estafas, permitir suplantaciones y dar credibilidad a cuentas no verificadas en absoluto.
En el modelo antiguo, Twitter concedía el check azul a figuras públicas tras evaluar sus datos. Con la llegada de X, el icono se convirtió en un beneficio premium ligado a la suscripción, independientemente de la identidad o reputación del usuario. El problema: el símbolo seguía comunicando autenticidad sin garantizarla.
Europa da un ultimátum: 60 días para corregir y 90 para solucionar el resto de fallos
La Comisión ha otorgado a X dos plazos clave:
- 60 días para corregir el sistema de verificación azul.
- 90 días para resolver el resto de infracciones relacionadas.
Si la plataforma no actúa, podría enfrentarse a una sanción mucho mayor: hasta el 6% de su facturación global anual, una cifra que convertiría esta disputa en una de las mayores multas tecnológicas de la historia reciente en Europa.
La situación coloca a X frente a una decisión que marcará su relación futura con la regulación comunitaria: o redefine la verificación como una simple ventaja de suscripción, sin implicar relevancia pública, o adapta su sistema para que el icono vuelva a significar identidad auténtica.
Un debate inevitable: la verificación ya no significa lo que significaba
Aunque muchos usuarios consideran que la responsabilidad recae en quienes creen todo lo que ven online, las regulaciones europeas no funcionan con ese criterio. Para la DSA, lo esencial es impedir que el diseño de una plataforma pueda inducir al engaño, especialmente cuando un símbolo tan reconocido como el check azul está implicado.
La UE entiende que X ha confundido a millones de usuarios al mantener un símbolo histórico con un nuevo propósito que no se comunica de forma clara. Y en un contexto donde la desinformación y las estafas digitales crecen, la verificación azul de pago se convierte en un riesgo que Bruselas no está dispuesta a pasar por alto.
Lo único claro es que la etapa de la verificación sin control tiene los días contados en Europa. Ahora la pelota está en el tejado de X.











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