Leía esta tarde una entrevista que Xataka le hacía a Miquel Ballester, encargado de estrategia de producto de Fairphone, una empresa que saltaba en estos días a los titulares de medio mundo por el lanzamiento del primer smartphone de comercio justo.
He de decir que empecé a leerla de buena gana, esperando encontrarme las palabras de un empresario que ha sabido compaginar la conciencia social con el negocio, y acabé totalmente desilusionado.
Para venir de la boca de un encargado de estrategia de producto, las respuestas que ha dado en casi todas las preguntas que los chicos de Xataka le han hecho a sido la misma:
Esto no es un teléfono móvil, es algo más
Entiendo «lo que hay que vender«. Estamos ante un producto cuyo filón es moral y no tecnológico. Utópicamente, lo que compramos al pagar los 325 euros que cuesta el terminal es una limpieza de conciencia, una ayuda contra la explotación ambiental y humana de la cadena de producción de los países del primer mundo. Pero por favor, no hace falta repetirlo hasta la saciedad.
Fairphone no es una ONG en tanto en cuanto tienen un modelo de negocio (o muchos como dice Miquel Ballester). Es una compañía con ánimo de lucro, que plantea un camino alternativo muy interesante, pero que no deja de ser joven (nacida en 2010, y éste su primer producto en venta) y habrá que esperar unos años para ver cómo madura.
Dicho esto, me quedo con algunos puntos que sí he visto correctos, y que ofrecen de por sí un discurso a tener en cuenta:
- Teléfono rootable: entendiendo el término tanto a nivel de software como de hardware. El fairphone no nace de la nada, sino que coge el diseño de otro terminal (del catálogo de A’Hong en este caso), le añaden cuatro cosas ahí donde la cadena de suministros flaquea, y se desarrolla un software basado en Android puro, sin Google de por medio. Dependiendo de la acogida del mercado, acabará siendo más justo o igual que ahora (entiendo que se refiere entonces a la necesidad de producciones elevadas para amortizar los costes de un comercio justo). Por tanto, quizás sea de los terminales que más apoyan en este sentido a la filosofía open, al separar justo los elementos que últimamente están turbando el término.
- Fondo social y sistema monetario de libre elección: un modelo de negocio que ya ha mostrado funcionar a la perfección en otros proyectos como los juegos indie (a bote pronto, se me ocurre las ofertas de Humble Bundle). Para que nos entendemos, parte de este dinero recaudado sería gestionado por democracia de los trabajadores, que decidirían en qué gastarlo y en qué no. La vuelta de tuerca sería si lograran como dicen, generar un modelo plausible para los provedores de segundo nivel (proveedores de proveedores), que trasladara parte de esa toma de decisión al cliente.
- Transparencia: el entramado legal necesario para llevar a cabo tal titánica distribución carecería de sentido si en una compañía (u ONG como se hacen llamar) no primara la transparencia frente a la privacidad. En un mundo donde en vez de compartir éxitos y fracasos para con la comunidad, se tiende a inflar las estadísticas, será bienvenido.
- Olvídate de la obsolescencia programada: Más claro agua. El terminal fairphone (junto a Fairphone OS) está destinado a durar lo electrónicamente posible. Para ello, y partiendo que el hardware tendrá más o menos la misma capacidad que un terminal de cualquier otro fabricante, lo que se espera es llegar a acuerdos para mantener soporte en el software hasta que el propio hardware sea incapaz de mantenerlo. Y es una gran noticia, ya que los tiempos útiles de vida de los smartphone son de lo más bajo del mercado de la electrónica personal (2 años a lo sumo). Ya no es que la batería dure mucho menos, sino que el fabricante deja de dar soporte al software, y a la larga las propias aplicaciones dejan de funcionar en versiones antiguas del mismo.
- Cargador y auriculares no incluidos: una estrategia que quizás les choque a muchos, pero que veo totalmente razonada. De hecho, incluirlos o no incluirlos seguramente no hubiera aumentado el precio, ya que son dos elementos terriblemente baratos para empresas. Aquí si me ha gustado la respuesta, y os la traslado, porque aunque peca de optimismo, tiene toda la razón del mundo.
El que quiera puede comprar un cargador en nuestra web o sacarlo del fondo del cajón de cables que todos tenemos en casa. […]Es la libertad de elección y por supuesto traer menos “cacharros” al mundo si no son completamente necesarios.
Quien más quien menos tiene por casa cargadores y auriculares estándar, que son los que usa el dispositivo. Y sino, en la misma tienda te los venden. Es una tontería cambiarlos para cada dispositivo, y todo un despropósito el obligarte a usar los propios de la marca como hace Apple.
- Apoyo al reciclado: Como partner tienen a Closing the loop, una de las empresas más eficientes de reciclado electrónico que opera en África y Asia, y que se lleva 3 euros la venta de cada terminal. Podéis ver el vídeo de presentación bajo estas palabras.
Lo dicho, grandes ideas para un mercado que para nada es sensible a los problemas humanos y ambientales. Pero intentar venderle la moto a quien se la tienen que vender (que no es únicamente a los clientes, sino al resto de compañías) enarbolando la bandera del activismo es realmente complicado.
Ójala me equivoque.
Muy interesante el artículo, aunque difiero en el fondo. Es verdad que Fairphone es un negocio (qué no lo es hoy en día?), pero creo imprescindible diferenciar negocios y negocios. “Crear el primer smartphone del mundo totalmente justo“, como dice Miquel Ballester, su representante, es poco menos que una utopía, «un camino paso a paso en el que ese objetivo aún está lejos». Pero me parece bien que lo diga, y lo repita, y que lo dé a conocer a voz en grito si hace falta. Yo creo que lo más relevante es que se trata de una iniciativa que pone el foco en aquellas personas sistemáticamente ignoradas por el mundo de los negocios y las tecnologías (salvando el pequeño detalle que son ellos, trabajando en condiciones infrahumanas, quienes nos posibilitan tener los móviles, claro). Sí, es un negocio, pero si venden muchos teléfonos y con ello consiguen paliar una situación desesperada, una lacra para el mundo, y ayudar a alguien que lo necesita, bienvenido sea. Según Ballester, «Fairphone no es un teléfono, es un movimiento de gente que cree que podemos trabajar hacia una electrónica mas justa en todos los sentidos». Vamos que el móvil es lo de menos, lo que importa es la intención. Y, en mi opinión, quizá ingenua, la suya es inmejorable.
En el fondo estamos totalmente de acuerdo. Prefiero ser crítico y pecar de ello que tirarme de cabeza a lo que me pide el cuerpo.
Fairphone es interesante por todo el entramado que hay tras él, y entiendo que podríamos estar hablando de un smartphone como de una tablet como de una lavadora, ya que lo que se vende no es un producto electrónico.
Pero quien va a comprar, además de buscar eso, busca un smartphone, y creo que es ahí donde pecan de ingenuos. Dicho esto, soy quizás de los más volcados con proyectos de esta índole. Me parecen necesarios ya no solo para mejorar la situación de los países del tercer mundo, sino por la cuenta que nos trae. El reparte económico mundial está cambiando, y debemos adaptarnos a él, porque es precisamente América del Norte y Europa los que tienen más que perder de no ser así.
Al final parece que la utopía se va a hacer realidad, las prereservas han superado el mínimo necesario para mandarlo a producción, y el FairPhone se estará enviando en Sept-Oct si todo va bien, un terminal a buen precio y con buenas prestaciones, cuya principal motivación es que otros fabricantes lo imiten. Así todos saldremos ganando.
Ahí es donde creo que el proyecto es utópico. No me malinterpretes, creo que dejo bastante claro en la entrada que estoy totalmente de acuerdo con la propuesta, pero veo difícil que llegue a calar justo en quien tiene que calar, en los otros fabricantes.
Y ójala que me equivoque, porque eso significaría un gran paso adelante para la industria.