Hemos llegado a un punto en el que vivimos entre redes sociales. Si salimos tenemos a cenar tenemos que hacer una foto a la comida que compartiremos en Instagram, comentaremos en Facebook el sitio que hemos visitado y escribiremos en Twitter algo de lo que dijera nuestra pareja.
Parece que vivimos un momento en el que toda nuestra vida tiene que estar volcada en las redes sociales y si los envíos que hemos realizado en ellas no son populares no lo hemos pasado bien. Todo se mueve en números, número de me gusta, número de seguidores, RT…
Si a esto le unimos el hecho de que en la actualidad cada día hay más personas que quieren vivir de las redes sociales, ser influencers, instagramers, aumentan y mucho el número de personas que buscan sus 15 minutos de fama.
Esto ha originado que exista todo un mercado negro en torno a la compra de seguidores. Que se nutren de todas esas personas que quieren disfrutar de las mieles de la fama. Ya que en muchos casos son personas que están dispuestas a pagar por conseguir seguidores. Un fenómeno que ya no se queda sólo en el ámbito de las redes sociales en aplicaciones de moda como Spotify se compran seguidores, reproducciones, etc
Un gran número de celebridades, atletas, comentaristas, famosetes y muchos de nuestros políticos tienen miles de seguidores falsos.
Las diferentes plataformas luchan para encontrarlos y eliminarlos…pero las plataformas de ventas de seguidores son muchas y las maneras con las que estas empresas intentan engañar a Facebook, Twitter y son bastante variadas por lo que aún son muchos los que usan este tipo de empresas cuando quieren aumentar el número seguidores o el impacto mediático que consiguen.
Por ejemplo en Twitter una empresa estadounidense llamada Devumi y que se dedica a vender seguidores de Twitter y retuits a cualquier persona que quiera ser más popular o ejercer influencia en internet. Usa alrededor de 3,5 millones de cuentas falsas. Cuentas que copian los datos de personas reales como nombres, fotos de perfil, lugares de origen y otros detalles personales de usuarios reales de Twitter, incluidos menores de edad, por lo que muchas veces es difícil identificarlas como cuentas falsas. Esto es algo que también hemos visto en Google+.
Como sabréis en la ya moribunda red social de Google, Google+, contamos con una comunidad bastante amplia (alrededor de 950000 usuarios). Debido al continuo acoso de estos perfiles falsos tuvimos que cerrar el registro a nuevos usuarios y la publicación de contenido para evitar que se llenara de contenido basura.
Estas cuentas son monedas falsas en la floreciente economía de la influencia en internet, que toca prácticamente cualquier industria en la que una audiencia masiva —o la ilusión de que la hay— pueda ser monetizada. En la actualidad las cuentas falsas que han sido creadas por gobiernos, delincuentes y empresarios infestan las redes sociales. Según algunos cálculos, hasta 48 millones de los usuarios activos de Twitter, casi el 15 por ciento, son cuentas automatizadas diseñadas para simular ser personas reales, aunque la compañía afirma que ese número es mucho menor.
En noviembre, Facebook reveló a sus inversores que tenía al menos el doble de usuarios falsos que los estimados anteriormente, lo que indica que existen unas 60 millones de cuentas automatizadas. Estas cuentas falsas o bots, pueden ayudar a influenciar a las audiencias publicitarias y replantear los debates políticos. Pueden afectar negocios y arruinar reputaciones. Sin embargo, desde el punto de vista legal, su creación y venta están en una zona gris.
¿Vale la pena comprar seguidores?
Desde nuestra perspectiva la respuesta es bastante clara y sencilla. No. Es cierto que es bonito contar con un número alto de seguidores, pero si esos seguidores no son reales no van a interactuar con tus envíos. Sería como hablar a una sala llena de maniquíes.
Si alguien quiere triunfar en internet lo tiene que hacer a base de trabajo…y un trabajo duro. Ya que es la única manera que se reconozca realmente lo que hacemos.
Saludos desde lo más profundo de los bytes.