El gigante tecnológico Google ha recibido un nuevo revés judicial tras la sentencia emitida por la jueza federal Leonie Brinkema, quien ha fallado a favor del Departamento de Justicia de Estados Unidos (DOJ) en un caso clave sobre prácticas anticompetitivas en el mercado de la tecnología publicitaria. Esta decisión marca un punto de inflexión en la supervisión regulatoria de las grandes plataformas digitales, especialmente en un sector tan estratégico como el de la publicidad en la web abierta.
¿En qué consistía el juicio por monopolio contra Google?
El núcleo del caso gira en torno al supuesto dominio de Google en dos mercados esenciales: el servidor de anuncios para editores y los intercambios de anuncios digitales, que son las plataformas donde se compran y venden espacios publicitarios en tiempo real. Según el fallo, Google habría consolidado su poder en ambos frentes al vincular contractualmente y a nivel técnico sus herramientas, eliminando así la competencia y limitando la capacidad de elección de editores y anunciantes.
El DOJ argumentó que, al controlar simultáneamente ambos lados de la transacción —el suministro y la demanda de espacios publicitarios—, Google se colocaba en una posición privilegiada para maximizar sus beneficios, incluso a costa de sus propios clientes. Esta integración, según el tribunal, «dañó sustancialmente» a editores y usuarios durante más de una década.
Una victoria parcial para Google… y una advertencia
Aunque el tribunal desestimó la acusación de monopolio en las redes publicitarias dirigidas a anunciantes y validó ciertas adquisiciones pasadas como la de DoubleClick, la sentencia condena expresamente a Google por violaciones de las secciones 1 y 2 de la Ley Sherman, pilar del derecho antimonopolio en EE. UU.

Google, por su parte, ha respondido afirmando que apelará la decisión y defendiendo que sus herramientas publicitarias son eficaces, accesibles y elegidas por méritos propios. Sin embargo, esta defensa contrasta con la preocupación judicial respecto al uso de aplicaciones internas que eliminaban automáticamente los mensajes entre empleados, lo que podría haber dificultado la obtención de pruebas clave.
¿Qué consecuencias tendrá este fallo contra Google y su monopolio?
La resolución del juicio por monopolio en este caso puede sentar un precedente para futuras regulaciones e investigaciones contra empresas tecnológicas con poder de mercado significativo. Además, el impacto para Google no se limita a este veredicto: el gigante se enfrenta próximamente a la fase de remedios del juicio por su motor de búsqueda, en el que el DOJ ha propuesto medidas tan radicales como la escisión de su navegador Chrome.
Este fallo refuerza una tendencia global hacia el escrutinio más riguroso de las prácticas de las grandes tecnológicas, especialmente en mercados donde el acceso a la competencia es limitado. Para los editores, anunciantes y usuarios, podría abrir la puerta a un ecosistema más transparente, competitivo y justo en el ámbito de la publicidad digital.
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